lunes, 30 de septiembre de 2013

Introducción a 'Ridículos'

Decía Fito Páez, en una entrevista, allá (sí, «allá», porque ahora los noventa se ven tan lejanos) por los años noventa: «(...) no sé por qué pero todas las canciones que pretenden ser de amor suelen hablar de desamor»; ahora transcribo a Andrés Calamaro, extrayendo esto de una muy popularizada canción: «no sé por qué escuchamos canciones de amor, si suenan mal y nunca tienen razón». Y vaya que tanto Fito como Andrés tenían razón.

Aunque sea difícil definir al amor, sí, aún después de pensar que lo sentí y que, por ratos, pienso que aún somos viejos enemigos (desconocidos). Es difícil darle un concepto, aunque ya algunos sabios han dado muchos. Con el que siempre me quedaré, o al menos pienso que es el que está menos lejos, es con aquel que dice: «amar es encontrar tu felicidad en la felicidad de otra persona». Me quedo con ese concepto porque pienso que se amolda perfectamente al amor familiar, quizás la muestra más clara de un sentimiento verdadero y similar al que todos buscamos sobre el amor en líneas generales (para qué engañarnos, al decir «amor» pensamos primero en una pareja sentimental). Pero yo, al menos por ahora, creo en algo distinto. Y prepárese, estimado lector, porque las siguientes líneas podrían parecerle absurdas, insustentadas y dotadas de grandes cucharadas de despecho.

'Ridículos' nace tras este nuevo concepto: «amar es, en vista de resultados finales, hacer el ridículo». Sí, eso pienso ahora. El amor es un ridículo constante. Una mezcla de actitudes que pueden ir de lo más convencional o frío, hasta lo más infatuado y desequilibrado. Todo esto en planos muy definidos:

El «antes»…

… el «durante»…

… y el «después».

Jugando con los conceptos

El amor no es un ejemplo, ni lo pretende ser. El amor no es sano, pero tampoco es enfermo. Puede curar como puede infectar. Y, si seguimos el concepto que mencioné, devenido de los sabios, el amor es hacer feliz a otra persona y encontrar en eso la felicidad, claro, pero, ¿qué hay si esa felicidad sólo puede seguir el camino de la convencionalidad?, ¿qué queda si para lograr esa felicidad, ergo amor, se deben romper gran parte de nuestros paradigmas, para dar paso a una insania?, finalmente, ¿qué hacer si el amor, en realidad, obedece a un equilibro, es decir, un punto medio que haga feliz a la pareja, aún a costa de nuestra propia comodidad?

¿Qué hay?, ¿qué queda?, ¿qué hacer?, las respuestas para las dos primeras preguntas me son muy sencillas: Hay actuación, dramatismo, una suerte de teatro de sacrificios; quedan las ganas, sólo eso, porque los resultados siempre serán inciertos;  ¿qué hacer?, he ahí la pregunta del millón.

Algunos dirán que no se debería de hacer nada, es decir, que el amor debería fluir de manera natural. Pamplinas. El amor no surge de manera natural, el amor, como casi todo en la vida, proviene de una estimulación que hasta ahora no comprendemos, lo cual es diferente a pensar que realmente nace de manera espontánea, natural, en otras palabras, «de la nada».

El amor se tiene que guiar, inducir. Puede crecer exponencialmente y ya no caber en tu vida; o puede quedarse a medio crecer, creando incertidumbre. Como puede simplemente no nacer jamás.

Resolver la pregunta del millón es, precisamente, a lo que NO apunta 'Ridículos'. Sino más bien todo lo contrario. Los ridículos narrados aquí, podrían terminar por hacerlo decidir no hacer nada, de ahora en adelante, por conseguir  pareja sentimental o tener éxito en el amor. Pues, si aún tiene dudas, quizás en este libro pueda encontrar la respuesta que no busca, de lo contrario, sólo intente pasárselo bien.

Después de haber leído tanta idiotez, lo invito a que le eche un vistazo a este conjunto de historias, al que titulé, sí, 'Ridículos'. Porque amar es hacer el ridículo, ridículos hermosos, inolvidables, desastrosos, ofensivos, infantiles, neuróticos, etc. Al fin y al cabo, ridículos necesarios. Ridículos humanos.

El autor.

Escrito en Lima, el 12 de octubre de 2012

No hay comentarios.: