sábado, 27 de marzo de 2010

Lola y el estafador

Recuerdo cada momento, primero, en el que la vi entrar a mi oficina, con ese sombrerito que dibujaba el nombre de la empresa donde trabajaba. Segundo, el instante en el que me habló, con esa voz ronquita adornada de su dejo provinciano. Tercero, la vez en la que le pedí su teléfono, dudó varios segundos antes de proporcionármelo, finalmente lo hizo, con los ojos cerrados, quizás sabiendo que se trataba de un error más en su corta historia. Cuarto, la salida que tuvimos, la química que experimentamos, el lugar donde nos encontramos y las casi dos horas que la esperé. Y, finalmente, la quinta cosa que recuerdo fue la noche gloriosa que pasamos en el hotel rimense. Se me viene a la cabeza cada cosa que hizo, cada situación que experimenté, creyendo ser yo el que tendría las riendas de un caballo salvaje, definitivamente no fue así. Cada beso y caricia eran suficientes para hacer de la habitación una fortaleza impenetrable, donde no había lugar para las maledicencias, problemas o tensiones que, afuera del hotel, estaban desesperadas por volver a mi alma. Adentro sólo era eterna alegría y pasión, con esas dos cosas puedo vivir más que tranquilo.

¿Estaré enamorado?

¿Qué pasó, Lola?, cuéntame de aquel señor que decía haberte procreado junto a una dama que pocas veces viste en tu vida. Ese señor decía quererte y vaya que lo demostró, se pasó toda la vida criticándote y juzgándote; luego se aprovechó de tu inocencia eterna para abusar de tu propia alma, porque el cuerpo ya no lo soportó, ¿quién era ese hombre?, era tu padre, el mismo que te puso su apellido como un sello de "cancelado", para toda la vida. Nunca pudiste olvidarte de él, nunca pudiste deshacerte de sus hedores, incluso esta noche, en la cual traté de estar lo más limpio posible para complacerte, ni así, ni así te olvidaste de sus aromas, los sentiste pero seguías gimiendo, ¿por qué?, ¿por qué seguiste gimiendo cuando sabías que yo te hacía recordar a él?, me hiciste daño, pero no te lo voy a decir porque el daño que te hicieron es más grave, el mío es una uña rota, el tuyo es casi una muerte en vida. Algo con lo que deambularás siempre, en cada momento, en cada lugar donde estés, siempre habrá algo que te recuerde a ese concha de su madre. Siempre serás mía.

Lola, ¿por qué lloras?, no fue su pene el que penetró tus barreras, entonces vírgenes y púdicas, no, no fue eso, fue algo más horrendo, algo más grande e inolvidable, fueron sus sucios deseos, su alma maligna, su alma de padre. Dicen que ya no lo volviste a ver en mucho tiempo y me dices que yo soy distinto, mentira, te hago recordar a él, en cada cosa que hago, me quedas mirando como una estúpida, y luego te vas al baño, creyendo que no me doy cuenta de lo que haces ahí dentro, lloras y lloras como una cría desconsolada, luego te rescato y no me puedo resistir a tu cuerpo, te hago el amor las veces que la energía me lo permite, contigo casi nunca se me acaban. Entonces terminamos extasiados y nuevamente lo recuerdas. Carajo, ¿es que es tan fuerte la herida?, ¿es que realmente no puedo hacer nada?, la puta madre que parió a ese tipo, y la puta madre que te parió a ti también, porque jamás debí encontrarme contigo, jamás debí notar que existías, porque ahora llevo una carga difícil de manejar, me pesa esa carga, me destruye, me jode, me asfixia, me asfixias.

¿Qué?, ¿no quieres que me vaya?, claro que no, si te gusta esto, te gusta que te la mueva tan bien, te gusta que haga que tus ojos se volteen mientras muerdes la almohada. Gimes como una puta cuando te la meto, eso es porque te gusta, eso es porque hago que aflore tu lado más erótico, lo hago yo y con la ayuda de tu cuerpo, que es casi un imán para mí; ¿por qué, Lola?, ¿por qué me tienes así?, ¿hice algo de malo?, no te quiero ver más. Apenas cruce esa puerta me iré para no regresar nunca, dime lo que quieras, dime lo que se te ocurra, que soy un hijo de puta, que soy igual al hombre que tanto odias, que soy la misma mierda. No me importa. Lo único que me quedará de ti son tus gritos, tu boca, tus senos y tu culo, todo en mi memoria, ya veré qué hago con eso, tú quédate con toda esta mierda, quédate con tus cojudas conclusiones, yo me quedo con lo que vivimos. Lamento profundamente haberte visto después de tanto tiempo.

Total, no me importa que me odies, nunca quise a tu madre, ni a ti.