Me llaman Julito, en mi casa; pero en la orquesta soy simplemente “Cojulio” o “Mano de palo”; todos piensan que soy tonto, limitado; pero no hay nada más alejado de la realidad. Hay que ser inteligente para tocar las congas, no es nada fácil; merecen especial dedicación y si hay algún instrumento que le pone el toque sensual a la salsa pues esas deben ser las congas. Cuando comencé a tocar a penas llegaba a los dieciocho años y recuerdo esa primera vez como si fuera ayer, o hace un par de horas. Pancho me puso las congas al frente y me dijo “veamos qué tal eres con la tumba, imagínate que son dos grandes nalgas de una enorme y cuerpona vedette, imagínate a la Brambilla o si quieres a la Zulú; si te gustan las negras, eso ya lo ves tú”. Le gusta crear rimas a ese borracho, pero debo reconocer que lo que me dijo me dio valor y comencé a tocar como los dioses. Tan bien toqué esa tarde que Pancho me puso como sobrenombre “Barretito”… con el tiempo el mismo Pancho se encargó de ponerme “Cojulio”, y cuando llegó Fabianito me rebautizó como “Mano de palo”. Me gusta más el último apodo, aunque de verdad preferiría que me llamen Julio, por algo mis viejos, que en paz descansen, no pensaron tanto en ponerme un nombre. Fabianito me cae bien y canta como Frankie Ruíz, es lo mejor que le pudo pasar a la orquesta, aunque Pancho le pone pruebas muy duras de vez en cuando. Debe ser porque a Pancho la vida le pone pruebas muy duras de vez en cuando, también.
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Estoy harto. Estoy harto de todo. Veinte años de mi vida tocando en esta odiosa orquesta y ¿qué he recibido a cambio? Sólo decepciones, sólo chibolos que se creen ricos, sólo viajes interprovinciales en micros viejos. Micros que terminan apestando a sudor. Me pregunto si Willy Colón ha pasado por todo esto, a veces pienso que él y yo sólo tenemos en común el romance con el trombón. Es que tocar el trombón me ha hecho el hombre fuerte que soy, cachetón, poderoso. Las mujeres me aman, por eso sigo soltero a los 43 años, porque todas me aman y no puedo casarme con todas. Willy la tuvo más fácil, en Nueva York, en Puerto Rico, existen mecenas que de verdad aprecian el arte, que de verdad hubiesen apreciado el sabroso viento que emana de mi trombón. Detesto a Pancho, se las da de sabelotodo, se olvida de que lo conozco desde antes que fuera tan “famoso”. El muy hijo de puta cree que todo lo resuelve con plata, siempre que lo amenazo con largarme me dice que hay trombonceros más jóvenes y más baratos. Ya estoy harto, creo que tomaré en cuenta la oferta que me hizo “La Progresiva”, el problema es que me hizo esa oferta hace tres años, no acepté porque nuestra orquesta andaba bien y aún no había llegado el engreído de Fabián. Las orquestas salseras se comenzaron a ir al diablo cuando los vocalistas empezaron a tomar un protagonismo que no merecen. ¿Qué es un vocalista?, pues es lo mismo que un tromboncero, o que un tumbador, o timbalero… la diferencia es que su instrumento es la voz, entonces no sé porqué carajo creen que son lo mejor de la agrupación. Será que Fabián es un chibolo engreído. De repente me estoy haciendo viejo. Pero lo cierto es que imita descaradamente a Frankie Ruíz y los críticos ya se lo han dicho, él dice que no, que no lo imita, que simplemente podría convertirse en su sucesor y nada más. Ayer me compré el disco de Willy que me faltaba, he sacado algunas melodías suyas. Tal vez yo también estoy imitando a Willy después de todo.
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Desde que llegó Fabián he notado que la orquesta se ha dividido. Sí, es guapo, y canta como los dioses, no lo puedo negar, aunque ahora ya nada de eso importa porque lo más probable es que a fin de año se lance como solista. Seguro que nunca recordará a Susana, su corista, la que le hace esos bajos que tantos problemas le causan. Qué se va a acordar de mí si con las justas me saluda, mientras que Javo el tromboncero siempre me ha echado el ojo. Ahora que lo pienso, Javo está cada vez más gordo, o será que, como todos los trompetistas, tiene los cachetes demasiado inflados. No, está gordo, así nunca le haré caso. Desde que llegué a la orquesta me ha seguido ese renegón, hace diez años que está tras mis pasos. A veces llego a mi casa cansada de la orquesta, del trabajo, de él, y de pronto suena el teléfono y escucho su ronca y borrachosa voz. Pero estoy segura de que no es el único. Debe de haber más, siendo la única mujer en la orquesta mi derrier debe ser el más visto. Ya me imagino las caras de bestia que ponen todos cuando me pongo mis minifaldas para las presentaciones en vivo. Pero pueden caer todos, menos Fabián; a veces pienso que es marica. No entiendo a los hombres. En cuanto a Pancho, es el único que ha sido capaz de intentar cosas concretas conmigo, todavía recuerdo esa noche en el hotel, en el festival del Pisco en Ica. Se metió a mi cuarto borracho, me llegó a ver desnuda hasta que me tapé y me dijo que quería casarse conmigo. Cuando está sobrio me dice que por mí sería capaz de cambiar, de dejar todo, me dedica canciones “Sólo por ti” de Frankie Ruíz, o algunas de Paquito Guzmán. Me dice que es capaz de dejar a su mujer. Eso sí no lo creo, está enamorado, el hombre enamorado por bruto que sea no cambia de hueco. Eso lo tengo muy claro. Lo que también tengo claro es que este cuerpo no será de ninguno de estos borrachos. Sigo esperando al hombre que de verdad me enamore, aunque sé que me acerco a los treinta y se me está pasando el tren. En ese tren se va mi juventud.
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Aún no sé qué hacer con toda la plata que voy a ganar. El mundo me estaba esperando y he llegado, por fin llegué. Murió Héctor, murió Celia, murió Compay, murió Frankie y de pronto nací yo, Fabián Rivera del Carpio, hasta nombre de artista tengo. Llegué a esta orquesta hace dos años y el tiempo ha pasado rápido, en ese corto periodo he llenado de plata al cholo gordo de Pancho y ahora me toca a mí. “Mano’e palo” no para de halagarme, y es comprensible, aunque es medio tonto es el que mejor me cae, o debo decir, el que menos mal me cae; tal vez el único que sabe valorar el talento sobre todo lo demás. Y es que la crítica no se equivoca, estoy para grandes cosas, mi bigote, mis ojos verdes, mi piel canela, todo eso encanta, pero lo más importante es cómo canto. Mi voz es capaz de hacer vibrar hasta al viejo más vegetal, hasta al árbol más antiguo. Hasta a la tatarabuela de Javo, que debe estar más enterrada que un miembro viril en el trasero de Susana. Otro como yo no hay. Pero lo peor que me pudo pasar es nacer en este país de mierda. Este país alienado, donde a la gente le gusta más el “pogo” que los concursos de baile. Les gusta más los Beattles que El Gran Combo, gustan más de Bon Jovi que de Ismael Miranda, aman el rock y dicen “oh! Yeah”, pero no son capaces de amar la música latina. Yo pude nacer en Cuba, o en Borinquen. En cualquiera de esos lugares me hubiese sentido mejor. Ahora, con 22 años, siento que ya comienzo a extender las alas. Y viajaré, viajaré mucho, me largaré de aquí apenas pueda y de la orquesta cuanto antes. Dicen que soy soberbio; en el Perú el que sabe que sabe es soberbio, en otros países eso se llama autoestima, en el Perú eso es ser “creído” por eso estamos cagados, porque cuando llega un argentino mirando las cosas desde arriba, el peruano lo mira desde abajo, yo no soy así, soy diferente, yo sé lo que soy y me importa un comino que los demás piensen que soy soberbio porque no firmo un autógrafo o porque digo que seré el sucesor de Frankie. Ayer el concha de su madre de Javo me miró mal, no soporto a ese monstruo, siento su envidia nacer desde lo más profundo de sus entrañas. No soporto a Pancho que cree que me descubrió, y en las entrevistas siempre dice lo mismo: “yo lo descubrí”... Que se vaya a la mierda. Yo me descubrí solo y no cuento los días para salir de este cochino grupo de borrachos y lanzarme por todo lo alto con mi propia orquesta: “Fabián Rivera y su orquesta”, qué bien suena. Y sonará mejor cuando deje de tener una corista tan horrible y chillona como Susana. Cree que todos se mueren por ella, cree que siempre le miro el culo, cree que no me doy cuenta de que me desea a morir, ya quisiera ella un poco de esto, de repente le haría bien para que se quede tranquila. Pero no me voy a arriesgar a que tremenda fea se enamore de mí. ¿Qué dirían mis fans? Sería perjudicial. Ya falta poco, muy poco. Y todo eso se acabará, no volveré a verles las caras y ellos tendrán que alzar la cara cada vez que quieran verme.
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Esta noche habrá show en el festival del Callao y parece que nadie se acuerda. Nadie me mira cuando paso, pareciera que soy un fantasma. Lo cierto es que nadie puede querer a esta orquesta como yo. Esta orquesta me lo ha dado todo, me ha dado vida. Nadie menciona que esta noche debemos parecer más unidos que nunca, aunque no lo seamos. Nadie le avisa a Javo que debe sonreír un poco más. Y nadie el dice a “Barretito” que deje de coquearse tanto antes de salir al escenario. Nadie le ha dicho a Pancho que debe dejar de hacer los movimientos de Jhonny Pacheco, porque en él se veían bien, pero en un cholo no. Nadie le ha avisado a Susana que a pesar de sus demoras en el baño sigue siendo la misma fea y carismática de siempre, sus fans la aman porque es fea, porque es peruana, porque es chola y porque siempre sonríe mostrando sus horrorosos frenillos. A pesar de eso me gusta su voz, pudo llegar lejos la india. Y quién le ha dicho a “Mister Frankie Ruíz” que debe dejar de mandar tantos besos. Si hubiese sabido que era un galán de novela barata entonces lo hubiese mandado a Venezuela hace 10 años para que se junte con otros “galanes” como los hermanos Primera. Todavía recuerdo cuando lo encontré hecho un piraña vendiendo rodajas de piña en la avenida Iquitos. Nunca pensé que podría desarrollar un ego tan grande a pesar de medir 1.60 (hasta en eso tiene todas las de Frankie), pero lo cierto es que Fabián tiene talento, la puta que lo parió debió tener tremendas cuerdas vocales que se estiraban cuando gemía. Pero ninguno de ellos me mira, ¿por qué será?, ¿desconocen acaso quién fue el gestor de todo esto que se llama “Orquesta Positiva del Perú”? a veces pienso que sí, que no saben nada, ni dónde están parados. Hasta algunos piensan que Pancho es el dueño. Cojudos. Si supieran que mis sesenta y dos años en el negocio no son en vano y que mis largos dedos no sólo implican cincuenta abriles de piano sino también trabajo, esfuerzo y dedicación para que todo esto salga adelante. Esa es la desventaja del perfil bajo. Pero de todas maneras prefiero seguir hablando con mi piano, que, finalmente, será el único amigo con el que realmente compartiré todo. Y el único que me hace caso cuando lo toco y suelta un “pin”, o un “pomm”, que me vuelven loco. Seguiré tocando hasta el show, y tocaré en el show también, aunque a veces quiero que el show de la noche sea el último.
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La recaudación en lo que va del año se está yendo en picada. No andamos bien, eso es seguro. Obviamente sacamos más plata concediendo entrevistas, para eso está Fabián, para eso lo acepté en la orquesta, para eso lo descubrí, aunque él lo niegue. Poco me importa haber estudiado en la universidad tantos años, mi pasión es la música, la salsa, siempre soñé con restituir una especie de Fania All Stars en el Perú. Pero eso sería imposible, así como los osos panda, ese nivel de músicos está al borde de la extinción. Con la muerte de Ray Barreto se terminó la gran legión de percusionistas, con el retiro de Blades se acabaron los compositores. La aparición del reaggetón y la traición de los “salseros” newyorkinos al crear la “salsatón” están terminando de sepultar lo que algún día fue la rumba, la conga, la salsa, el son. Todo se está yendo al diablo. Por eso le pongo tanto huevo a mi trabajo, por eso decidí dejar mi carrera universitaria, para dedicarme a esto. Me arriesgué mucho, pasé por cosas horribles, fuertes, detestables. Cualquier otro ser humano no hubiese resistido toda el hambre que pasé. No hubiese soportado las humillaciones, la suciedad, la mierda que llevaba por dentro y que la descargo cada vez que tocamos “La Cura”, o “Un verano en Nueva York”. Esos tiempos sí que eran bravos. Sin embargo tengo una especial atracción por la salsa sensual. Cada vez que Fabián se inspira cual poeta enamorado para cantar alguna canción romántica no puedo evitar mirar a Susana. La deseo desde hace años, sé que no es bonita, pero no puedo evitar soñar con tenerla en mi lecho una noche de luna llena, para convertirme en un lobo y hacerla tan mía que jamás querrá ser de nadie más. Se me hace la difícil la serrana, es obvio, la única mujer de la orquesta, la única vagina entre tantos penes erectos. Esta noche hay show, y ahora tendremos que fingir que todo anda bien. Una noche de salsa para “La Positiva” es prácticamente un teatro, un teatro de nunca acabar, con personajes sacados del más recóndito y repugnante cuento urbano. Ahora que lo pienso bien, amo la salsa, pero ya quiero que termine todo esto. Hay una llamada en mi celular, es la berrinchosa de mi mujer.
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¡Hoy toca “La Positiva” en La Perla! o por lo menos así me lo contó mi vieja. Sigo a la orquesta desde hace diez largos años, adoro a todos, son lo máximo, son tan unidos. Soy de las que piensan que la música sólo suena bien si es que proviene de una agrupación cuajada y donde haya buena onda. “La Positiva” tiene eso y mucho más, por algo se lleva de encuentro a otras orquestuchas de cuarta que andan por ahí tocando salsatón. Admiro a todos, en especial a Fabián, es mi ídolo, lo amo, siento que lo amo, y ya no puedo ocultar más el sentimiento. Mi vieja casi lloró cuando lo vio por primera vez, fue en la TV hace poco más de un año, “Frankie!, Frankie!, está vivo! Cindy ven a ver!” gritaba descontroladamente, yo me desesperé, no he escuchado mucho a Frankie, pero las pocas canciones que escuché me encantaron. De pronto escucho a Fabián y comprendo más que nunca a mi querida vieja. Es un amor de hombre, además de guapo con una gran voz. A mi tía Patty le gusta el tromboncero, “sus cachetes son adorables” suele decir. A Sandra, mi amiga de la universidad, le encanta el tumbador, cree que en su estilo serio es muy atractivo, y así, sucesivamente, todos tienen fans, todos son un gran equipo musical, eso es, equipo musical. En un periódico chicha leí que había problemas al interior de la agrupación, yo no lo creo, son todos tan buenos, Fabián es tan sencillo y el dueño de la orquesta es un mate de la risa, siempre moviéndose, siempre haciendo ademanes graciosos, debe ser el hombre más afortunado del mundo, encima de tener una orquesta, él la dirige. Estoy pensando en hacer un club de fans, hasta ahora a nadie se le ha ocurrido, no sé por qué. Será porque somos alienados, porque hay clubes de fans hasta para los grupos extranjeros más monses. Pero yo crearé un club de fans para “La Positiva”, ya verán todos esos alienados. Se va a llenar el club, además la orquesta es tan sólida que va a seguir cumpliendo años. Seguro, por su calor humano, durará toda la vida.