Día 1
- Greñuda, ¿Ya viste al chico nuevo?
- Sí, hija, dicen que es el sobrino del gerente.
- ¡Qué horror, Susy!, le tuvieron que inventar un puesto, se pasaron.
- Sí pues, chola, ni modo, por eso estamos como estamos, ¿sabes qué es lo peor?, que de hecho bajan las utilidades para el año que viene.
- Ay, ¿tú crees?
- Claro pues, con nuestra chamba le van a pagar a ese mocoso.
- ¡Pucha!, que feo, Su. Y a todo esto, ¿qué dice don Vicente?
- Ese viejo no pinta nada, quien maneja la empresa es Benavente.
- ¿Sí no?, pero bueno pues, ojala y justifique su sueldazo, porque de hecho no baja de cinco mil soles.
- ¿Cinco mil soles?, Ja, estás loca, ese mocoso debe estar ganando sus diez mil, ¡mínimo!
- ¡¿Qué?!
- Como lo oyes, hija; ¡ay!, qué horrible trabajar aquí tantos años sin que me asciendan y encima tener que soportar estas cojudeces.
- ¡Ay, Dios!, y eso es lo que me espera, seguramente.
- Aún estás a tiempo, Clarita. Anda buscándote otra chamba porque aquí sólo asciendes con milagros.
- ¿Tú crees, greñuda?, ¿y ahora?, justo cuando pensaba casarme con mi gordo. ¡Ay y encima se viene Navidad!
- Sí pues, sigue mi consejo, amiga. Bueno, te corto porque está entrando una llamada.
- Okis, te veo en la salida para tomarnos unos heladitos.
- Sí, sí, besos, chau.
- Chau, Su.
Día 2
- ¿Y, Juan Carlos?, ¿cómo va Dieguito?
- Bien, Julito, bien. Aprende rápido tu sobrino, de hecho la inteligencia viene de familia.
- Claro pues, es todo un campeón, como todos los Benavente.
- Por supuesto. Por cierto, Julio; aquí tengo unos documentos que tienes que firmar, son para ‘Inversiones Campos’, parece que el negocio se hace sí o sí; ¡nos vamos para arriba!
- ¿Ah sí?, ¡qué bueno, Juan Carlos!, justo de eso quería hablarte.
- Sí, dime.
- Te quería pedir que dejes todo el tema de ‘Inversiones Campos’ a Diego.
- ¿Cómo?
- ¿Qué?
- Digo, ¿a Diego?, ¿estás seguro?
- ¿Por qué la pregunta?
- No, sino que… me parece un chico muy capaz, pero apenas tiene una semana en la empresa y todavía tiene muchas cosas que aprender.
- Discúlpame, Juan Carlos, pero Diego, por muy joven que sea, ya es licenciado de la de Lima y está totalmente capacitado para ver esos temas. Confío plenamente en él, al igual que en ti.
- Pero, Julito, no es por nada pero yo tengo trabajando aquí ocho años. Está bien, no tengo un título pero mi experiencia me avala y por eso te digo, con todo respeto, que sería un error de tu parte dejarle un tema tan importante a alguien que recién está aprendiendo.
- Y ya que hablamos de respeto, Juan, con todo respeto te digo, que no te estoy pidiendo permiso, te estoy encomendando que dejes ‘Inversiones Campos’ a Diego. Por favor, quiero que hoy mismo se coordine una reunión con los Campos para que sepan que ahora deberán tratar directamente con Diego Benavente. Tú ocúpate de las demás inversiones, estás haciendo un gran trabajo.
- …
- ¿Aló?
- Sí, Julito.
- Sí, Julito.
- ¿Qué pasó?
- Nada, está bien, justo ahí viene Diego, voy a hablar con él y de ahí llamo a los Campos. No te preocupes.
- Gracias, Juan Carlos, te pasaste.
- No hay problema, Julito.
- Juan Carlos, verdad, una cosa más.
- Dime.
- Ahora que Diego estará a cargo de ‘Inversiones Campos’, lo cual es un gran porcentaje de lo que hacías, no veo tan necesario que tengas dos secretarias.
- ¿Estás seguro, Julito?, mira que para fiestas la chamba podría crecer.
- Claro, eso lo sé, por eso anda avisándole a una de ellas que sólo podrá estar en la empresa hasta fin de año, para que vaya buscando otra cosa, tú sabes, hay que ser humanos ante todo.
- Y, ¿a cuál de ellas despido, Julito?
- Tú decide, varón. La que tú creas que sea menos buena.
- De acuerdo.
- Con “buena” me refiero a la chamba, no al cuerpo por si acaso, ja, ja, ja.
- Con “buena” me refiero a la chamba, no al cuerpo por si acaso, ja, ja, ja.
- Ja, ja.
- Listo, Juan Carlos, cualquier cosa me avisas. Ah, verdad, me mandas un correo con copia a Diego cuando esté coordinada la reunión.
- Perfecto, Julito.
- Ok, nos vemos.
- Chau.
Día 3
- Hola, pa’.
- ¿Cómo te va, campeón?
- Bien, todos son muy buenos conmigo.
- Excelente, y ¿qué tal los Campos?, me imagino que ya sabes la importancia de ese negocio para la empresa.
- Claro, me lo explicó todo mi tío Julio. No hay problema, lo tengo todo controlado. Me costó, sí, un poco de trabajo lidiar con los Campos, tú sabes, son algo difíciles.
- Dilo nomás, hijo, son unos cholos pezuñentos, que por haber hecho plata se creen los dueños del mundo.
- Bueno, sí.
- Sí pues, si no se cagaran tanto en plata te juro que tu tío no haría negocios con ellos, pero bueno pues, son los dueños de Gamarra y La Parada. Caballero nomás.
- Sí.
- ¿Te pasa algo?
- No, nada.
- Te noto raro.
- Bueno…
- Bueno…
- Dime.
- Es que…
- ¿Qué pasa, hijo?
- ¿Qué pasa, hijo?
- Me siento un poco mal.
- ¿Estás enfermo?, ahorita mismo mando un doctor.
- No, no es eso. No de salud.
- ¿Entonces?
- Es que…
- Carajo, habla.
- Me miran raro.
- ¿Te miran raro?, ¿quiénes?
- Todos.
- Total, ¿no que todos eran buenos contigo?
- Sí, mi tío y las demás gerencias me tratan como a un príncipe.
- ¿Entonces?
- El problema es cuando tengo que tratar con los demás.
- ¿Los demás?
- Tú sabes, secretarias, asistentes, recepcionistas, auxiliares… hasta limpieza.
- Tú sabes, secretarias, asistentes, recepcionistas, auxiliares… hasta limpieza.
- ¿Qué?
- Sí, siento que me miran mal. Que hablan a mis espaldas.
- Dame los nombres.
- No pues, pa’. No quiero que me odien más.
- ¿Qué hablas, huevón?, ahí tú eres el nuevo jefe, les guste o no. Tienen que aprender a respetarte sí o sí.
- Pero no quiero que sea de esa forma.
- No hay otra forma. Los subordinados de este país no saben diferenciar entre su nivel y el nuestro, ¿me entiendes?
- Sí. Pero por favor, déjame manejar este tema yo solo. Si veo que se complica, te aviso.
- Sí. Pero por favor, déjame manejar este tema yo solo. Si veo que se complica, te aviso.
- Bueno, Diego, es en serio. Cualquier cosa nomás me avisas, para hablar con tu tío y se acaba el chiste.
- Ok.
- Bueno, no interrumpo más tu chamba. En la casa conversamos, campeón.
- Ya, pa’.
- No te olvides de lo que hablamos, confío en ti.
- No te olvides de lo que hablamos, confío en ti.
- No te preocupes, me entrenaste bien.
- Je, ese es mi campeón.
- Chau pa’.
- Chau pa’.
- Chau, Diego.
Día 4
- Malas noticias.
- ¿Qué pasó, señor?
- ¡Shhh!, ya te dije que hables bajo cuando te llamo y que no me llames “señor”.
- Perdón. Dígame.
- El hijo de puta de Julio Benavente, quiere que bote a una de ustedes dos.
- ¿Qué?
- ¿Qué?
- Sí. Y ya tomé una decisión.
- Por favor, señor, no me despida.
- La vez pasada hablamos de que te podría ir bien en esta empresa si te portas bien conmigo.
- …
- Me rechazaste, como si yo fuera un maldito violador. Cuando lo único que quería era salir contigo y conocerte mejor.
- ¿Y eso a qué viene?
- Tienes una segunda y última oportunidad.
- …
- Si te portas bien conmigo hablaré con Susan. Ya tiene tiempo en la empresa y a la edad que tiene creo que le caería mejor una liquidación jugosa que seguir sentadaza limándose las uñas en la oficina, recibiendo un sueldo miserable. Estoy seguro que ella aceptaría.
- Pero… señor.
- Ya te dije mil veces que me llames Juanca.
- Ya te dije mil veces que me llames Juanca.
- Está bien, Juanca. No sé si esto esté bien.
- ¿Ahora me vas a venir con el discurso de que eres una mujer comprometida?, ya te dije, no te voy a violar, sólo quiero que salgamos y que pase lo que tenga que pasar. No soy un enfermo.
- ¿Si salgo contigo me quedaré en la empresa y Susy se va?
- Claro.
- ¿Sólo una salida?
- ¿Me vas a seguir interrogando?, Susan está a dos cabinas, tú estás a ocho.
- Está bien.
- Perfecto.
- ¿Y voy a seguir trabajando aquí?
- Ya te dije que sí.
- Digo, ¿de… secretaria?
- Eso dependerá.
- ¿De qué?
- De qué tan bien te portes conmigo.
- Entiendo.
- Entonces, ¿decidida?, para hablar con Susan de una vez.
- Está bien. Llámame luego para coordinar la salida.
- Listo, Clarita. Nos vemos luego.
- Okis, chau.
- Chau.
Día 5
Señores:
Ante todo, buenos días. El presente e-mail es para comunicarles las últimas noticias y decisiones de la Gerencia General para con nuestra empresa, “Del Pietro y Asociados”.
Primero: a partir de la fecha se hizo el nombramiento del señor Diego Alonso Benavente Castellares, como Jefe de Inversiones, un puesto que tiene como finalidad el tránsito y finalización de los convenios más importantes con nuestros inversionistas, así como también la supervisión de nuestros proyectos de inversión a corto y mediano plazo. Les pido encarecidamente que apoyen en todo lo que sea posible a nuestro flamante Jefe de Inversiones, para que pueda llevar a cabo sus labores con total naturalidad. La ceremonia de nombramiento se llevará a cabo poco antes de finalizar el año, siendo la fecha un tema aún en discusión.
Segundo: el proyecto de inversión más importante de los últimos años, es decir, el de ‘Inversiones Campos’, ha sido finiquitado con éxito. Todo gracias a la labor de nuestro Sub-Gerente de Inversiones, el señor Juan Carlos González del Carpio, en coordinación con el nuevo Jefe de Inversiones, el señor Diego Alonso Benavente Castellares. Un motivo más para sentirnos orgullosos y satisfechos por este gran logro que, de seguro, rendirá sus frutos el año que viene, con diversos proyectos que generarán más rentabilidad. Felicitaciones. La ceremonia de celebración se llevará a cabo poco antes de finalizar el año, siendo la fecha un tema aún en discusión.
Tercero: la mala noticia es que nuestra querida Susan Paola Sánchez Pérez, secretaria de la Sub-Gerencia de Inversiones, ha decidido renunciar a nuestra organización por motivos personales, después de laborar aquí durante dieciséis años. Susan dejará un recuerdo imborrable en nuestros corazones, cuando al finalizar el año deje de trabajar en “Del Pietro y Asociados”, para emprender sus propios proyectos personales. Desde aquí le deseamos todos los éxitos del mundo y a alistar su gran despedida. La ceremonia de despedida se llevará a cabo poco antes de finalizar el año, siendo la fecha un tema aún en discusión.
Hasta aquí este correo informativo, cualquier consulta al anexo 8787.
Saludos cordiales,
Julio E. Benavente Quintanilla.
Gerente General.
Día 6
- ¿Te puso muchos “peros”?
- Un poco, sí, imagínate, son dieciséis años.
- ¿Qué te dijo?
- Comenzó a tirarle barro a Clara, diciendo que todo el día se la pasa en el teléfono conversando con su novio y que no trabaja bien.
- ¿Y eso es cierto?
- ¿Y eso es cierto?
- Claro que no, Julito. Tú me conoces, en mi área el que trabaja mal no va, así de simple.
- Me alegro. Aunque creo que sin querer me hiciste caso con eso de lo de “buena”, ja, ja.
- ¿Por qué lo dices?
- Ya pues, no te hagas el huevón. Clarita tiene sus cositas. En cambio Susy ya está más para la otra.
- Ah, ja, ja.
- ¿Qué pasa?, ¿te pusiste serio?
- Para nada, Julito, tú me conoces y sabes que amo a mi familia.
- Sí pues, Mery Anne es una bella persona. Y tus hijos son adorables. Cuidado, no vayas a cometer el error que cometió mi querido hermano. Ya lo ves ahora, esperanzado en Dieguito. Pobre mi sobrino.
- No, para nada. Bueno, con tu permiso, te corto porque tengo que seguir trabajando.
- Ok, cualquier cosa me llamas.
- Ok, cualquier cosa me llamas.
- Listo, Julito.
- Chau.
- Chau.
Día 7
- ¿Greñuda?
- Sí, Clara, ¿en qué te puedo ayudar?
- Leí el e-mail, ¿qué pasó?, ¿por qué renunciaste?
- No te hagas la cojuda, sabes muy bien qué pasó.
- ¿Qué?, no, no, amiga. Dime.
- Me hicieron renunciar.
- ¿Por qué?
- Por qué será pues.
- No te entiendo.
- No te entiendo.
- Mira, ahorita estoy ocupada; tengo que arreglar mil archivos para mañana.
- Ok, ¿más tarde vamos por unos heladitos?
- No puedo, me voy a quedar hasta tarde y luego salgo volando porque es la clausura de Diana.
- No puedo, me voy a quedar hasta tarde y luego salgo volando porque es la clausura de Diana.
- Ah, ok. Entonces cuídate.
- Ok, chau.
- Chaucitos.
Día 8
- Sí, don Vicente, dígame.
- Se supone que soy el dueño de la empresa y el último correo no me ha llegado, ¿qué pasó?
- Bueno, disculpe, don Vicente; en este momento se lo reenvío con copia a todos, agregando las disculpas del caso.
- Ese no es el punto, además el e-mail ya lo leí.
- ¿Ah sí?, ¿dígame, quién se lo envió?
- Un tal Diego Benavente.
- Ah, está bien.
- ¿Se puede saber quién es él y por qué tienen el mismo apellido?
- Sí, señor. Diego es mi sobrino. El hijo de Darío, mi hermano.
- ¿Y crees que no lo sé?
- No, don Vicente.
- Mi pregunta va dirigida a otro tema.
- Le explico, don Vicente. Mi sobrino acaba de graduarse en la prestigiosa Universidad de Lima, en Administración de Empresas. Y como Juan Carlos estaba viendo demasiados temas, tomé la decisión de incorporarlo a la empresa, para que lo apoye. Como usted estaba padeciendo una enfermedad, de la que, al parecer y gracias a Dios, se está ya recuperando, no encontré la forma de comunicárselo.
- No es excusa. Como dueño y accionista mayoritario tengo que estar enterado de todo lo que sucede en esta empresa.
- Lo sé, don Vicente. Reitero mis disculpas.
- ¿Y por qué se irá Susan?
- Don Vicente, ¿leyó también esa parte en la que dice que ‘Inversiones Campos’ ya está en la lista de proyectos del año entrante?
- Me interesa un pito. Tengo 85 años y más plata de la que tú harías en cien vidas. Si la empresa quebrara no me importaría tampoco. A mí lo que me importa es que se me respete. ¿Por qué botan y meten gente sin mi autorización?
- Me interesa un pito. Tengo 85 años y más plata de la que tú harías en cien vidas. Si la empresa quebrara no me importaría tampoco. A mí lo que me importa es que se me respete. ¿Por qué botan y meten gente sin mi autorización?
- Don Vicente, por favor, un poco más de respeto.
- No me hables de respeto. Así esté con un pie en la tumba, quiero que se me informe de hasta quién se tiró un pedo dentro de mi empresa, ¿se entendió?
- Ja, ja, muy buena esa del pedo.
- No era chiste.
- Disculpe.
- Que no se repita, Benavente. Y quiero ver los informes y avances de ese sobrino tuyo, a ver si le rinde a la organización, si es que no es así, se va y tú junto con él.
- Está bien, don Vicente. Discúlpeme por este mal rato…
- …
- ¿Don Vicente?
- …
- Colgó…
- Colgó…
Día 9
- ¿Aló?
- Hola, Clarita.
- Hola, ¿en qué te puedo ayudar?
- Ya, no te hagas la formalita. Después de lo de anoche no me quedan dudas de que tomé la decisión correcta.
- …
- ¿Pasa algo?
- ¿Llamaste sólo a decirme eso?
- ¿Qué?, ¿ahora me vas a decir que te sientes mal?
- Sí.
- Y, ¿por qué?
- Por todo.
- A ver, explícame ese “todo”.
- Nada, nunca lo entenderías.
- Lo único que entiendo es que anoche la pasamos súper bien y que ahora te haces la puritana.
- Deja de hablar de lo de anoche, por favor, alguien te puede escuchar.
- No hay nadie por aquí.
- No hay nadie por aquí.
- Por aquí, sí.
- Mentira, ya todos se han ido, sólo quedamos tú y yo.
- ¿Por qué no te vas a ver a tu esposa e hijos?
- Por la misma razón por la que tú no vas a ver a tu noviecito.
- No te compares conmigo.
- Comienzas a portarte mal. Ibas muy bien.
- Comienzas a portarte mal. Ibas muy bien.
- Susan sospecha.
- ¿Qué?
- Sí, ayer me trató horrible, como si supiera que yo…
- Sí, ayer me trató horrible, como si supiera que yo…
- ¿Que tú qué?
- Nada…
- No me digas que te sientes culpable.
- No me siento. Sé que lo soy.
- Ja, ja. Estás loca, mujer. Si hay un culpable, ese es el malnacido de Benavente.
- No. No fue Benavente quien se acostó con un cerdo anoche.
- Eso dolió.
- Pues que te duela. Chau.
- ¡Oye, espera!
- ¿Qué más quieres de mí?, ya obtuviste lo que querías, ahora déjame en paz.
- Sólo quería recordarte que aún no llega fin de año. Estoy a tiempo para hablar con Susan y convencerla de que se quede. Entonces tú te irías y adiós a todo.
- …
- Sí, mejor quédate así, calladita y piensa bien las cosas. Ahora sí, te dejo tranquila. Un beso, donde más te guste.
- …
Día 10
- ¿Darío?
- ¿Qué pasó?
- ¿Qué pasó?
- Se fue todo a la mierda.
- ¿Qué dices?
- ¿Te acuerdas que te comenté que hablé con el viejo Vicente?
- Claro, cuando te puteó y todo eso. Sí, claro que me acuerdo.
- Claro, cuando te puteó y todo eso. Sí, claro que me acuerdo.
- Bueno, pues parece que Dieguito nos hizo la jugada.
- ¿Qué?, ¿qué tiene que ver Diego en todo esto?
- Transó con los Campos por su cuenta, dándoles mejores cotizaciones. Luego se reunió en secreto con Vicente. Le entregó sus informes y al parecer el viejo de mierda quedó complacido hasta los huesos. Me acaba de llamar diciendo que Diego es el nuevo Gerente General de la empresa.
- ¡¿Qué?! , ¿de qué chucha hablas?
- ¿De qué chucha hablo?, de que tú hijo nos cagó a todos. Ahora sí se fue todo a la mierda.
- Imposible.
- Sí, me quedé sin trabajo, hermano.
- Ja, ja, ja.
-¿De qué te ríes?
- Mi hijo, ¿el nuevo Gerente General de “Del Pietro y Asociados”?, no lo puedo creer. Sabía que llegaría lejos pero no pensé que lo haría tan pronto.
-¿De qué te ríes?
- Mi hijo, ¿el nuevo Gerente General de “Del Pietro y Asociados”?, no lo puedo creer. Sabía que llegaría lejos pero no pensé que lo haría tan pronto.
- Y eso, ¿qué tiene de gracioso?
- Lo gracioso, hermano, es que el mundo da vueltas.
- ¿Qué?
- ¿Recuerdas cuando me botaste del antiguo negocio?
- Claro, tú sabes por qué lo hice.
- No, Julito, no sabes. Porque cuando te rogué para que me vuelvas a considerar me cerraste las puertas.
- Eso fue hace mucho, ¿acaso ahora no te hice el favor de meter a tu afeminado hijo a la empresa?
- Ja, ja, ja, ¿tú crees que soy idiota?
- …
- Aceptaste a Diego porque sabías que Juan Carlos estaba a muy poco de ascender a tu puesto. Creíste que serruchándolo con Diego ibas a mantenerlo ocupado o que, en el peor de los casos, Diego tardaría mucho tiempo en alcanzar tu rango. Te equivocaste feo, hermanito.
- ¿Tú?
- Ja, ja, ja, ahora sí pues, como te gusta decir, “nos fuimos para arriba”.
- ¿Cómo pudiste hacerle eso a tu único hermano?
- Eso también te lo pregunté yo cuando me botaste aquella vez, dejándome en la ruina. Ahora serás tú el que me ruegue a mí.
- Eso también te lo pregunté yo cuando me botaste aquella vez, dejándome en la ruina. Ahora serás tú el que me ruegue a mí.
- No lo puedo creer.
- Créelo. Y ahora anda suplícale a los santos para que puedas estar sin trabajo un muy buen tiempo y no te falte para tus necesidades y gustitos. Sobre todo, sabiendo tus “aficiones”.
- Calla mierda. Te juro que no me voy a quedar de brazos cruzados, me las vas a pagar toditas.
- Esperaré ese día pues, coquero.
- Hijo de puta.
- Nos vemos, hermanito.
- En el tribunal.
- Ja, chau.
Día 11
Señores:
Para informarles los nuevos cambios que se han dado en la empresa.
Primero: que tras el despido del ahora ex gerente general, Julio Enrique Benavente Quintanilla, ha sido promovido el joven y talentoso Diego Alonso Benavente Castellares, quien ahora estará a cargo de la Gerencia General de “Del Pietro y Asociados”. Tenemos la total confianza de que este cambio refrescará los aires de la empresa como una organización expansiva en el mercado y con agresivas estrategias de marketing que de seguro nos darán una mayor rentabilidad.
Segundo: que lamentablemente el negocio con ‘Inversiones Campos’ ha sufrido una momentánea paralización. Los motivos son estrictamente confidenciales. Sólo les podemos asegurar que estamos haciendo todo lo posible para que el proyecto se lleve a cabo en los próximos meses.
Tercero: que tras la abrupta renuncia de la secretaria María Clara Salazar Aburto, se ha logrado convencer a la siempre querida Susan Paola Sánchez Pérez, para renovar con nuestra empresa por cinco años más. Una decisión de que de verdad nos alegra y motiva para seguir cada vez más orgullosos de nuestra organización.
Cuarto: que por el momento, la posición de Jefe de Inversiones ha quedado suspendida, al no encontrarse funciones suficientes como para abrir vacancia. Sin embargo la junta directiva evaluará si dicha posición se reabrirá próximamente, según las exigencias del mercado.
Hasta aquí las noticias sobre los cambios.
Aprovechando para desearles una feliz Navidad y próspero año nuevo, se despiden con afecto,
Don Vicente del Pietro Gallerhi y socios.
Junta Directiva.
Día 12
Hola, Susy:
Supe que te renovaron contrato. Me alegro mucho. En realidad siempre fuiste mejor trabajadora que yo y tú lo sabes. Así que iba a ser injusto que yo me quedara, más aún, sabiendo cómo se dieron las coas.
Aún así quiero que sepas que lo siento mucho. Quisiera tener la valentía de pedirte disculpas frente a frente, como debe ser, pero no puedo. Lo que hice fue tan terrible que ni siquiera puedo mirarme a un espejo sin sentir una inmensa vergüenza.
Quisiera aclarar que no me siento mal por lo que sucedió con Juan Carlos, ya que en eso no me puedes juzgar; lo que día a día me atormenta es haberme coludido con ese infeliz para que tú salieras de la empresa, sabiendo que necesitas el trabajo (como todos, sí). Y perdón que te lo diga de esta manera, pero es lo único por lo que tengo que darte explicaciones.
Por lo demás, te deseo suerte en lo que hagas, pero una cosa si te digo. Acostarte con ese viejo no te llevará a nada bueno, más aún cuando ni siquiera te dan el valor que mereces, cuando piensan que no eres más que un objeto de diversión o entretenimiento. Lo sé, porque ayer me separé de Jorge, no aguanté más y le dije toda la verdad (sí, tonta). Ahora me siento sola y me doy cuenta de que en este mundo existen dos tipos de personas, los que saben lo que vales y los que no. Merezco mi soledad y la miseria que me aguarda. Sólo espero que no te pase lo mismo.
Muchos saludos a Joaquín y a Dianita, y que pasen una feliz navidad.
PD.
Te adjunto el correo que le envié a Juan Carlos. No te equivoques, no es que quiera que me des tu opinión, no quiero incomodarte con mis problemas. Lo que sucede es que no tengo a nadie con quién compartir algo así. Un beso, greñuda (disculpa si aún me creo con el derecho de llamarte así).
Clara.
Hola:
Ya pasaron varias semanas y todavía tengo el amargo sabor de tu lengua en mi cuerpo. Un motivo más para sentir asco de mí misma. Pero no te preocupes, no voy a pasarme la vida entera repudiándote por eso. Sólo quiero que entiendas algo: tarde o temprano, todo vuelve a su sitio. Tú lugar no está ahí, en esa empresa, en ese rango con tanto poder. Tú lugar no está ahí, en esa casa, con esa bella mujer y esos hermosos hijos. Tú lugar debe estar en un sitio más lúgubre, más chabacano y por supuesto más sucio. Como es en realidad tu vida. Un tragicómica historia que se repite a diario. Entre lamer botas y creerte el rey del mundo.
Lo más probable es que te estés preguntando cómo fui tan fuerte como para rechazar tus asquerosas ofertas de empleo, te doy una pista, ¿recuerdas nuestra última conversación?, pues tengo que agradecértelo, ya que mencionaste tres palabritas que probablemente hayan cambiado el rumbo de mi vida.
Así es, Juan Carlos, o debería decir “señor”.
Adiós a todo.