No hay cosa que me joda más que competir por una mujer pero por ti compito; y si me preguntas porqué no sabría qué decirte; todo lo que podría soltar serían puras palabras tontas, sin sentido ni fundamento y es que esto del amor tiene sus quiebres mentales y hasta los que más ostentamos inteligencia solemos caer en lo absurdo. Hoy compito por tu amor y no arrugo, sé que estoy en desventaja, sé que tengo todas las de perder, ¿quieres razones?, la principal es la existencia de una perversa diosa llamada “Distancia”, muchos dicen que ni siquiera ella puede, con sus infinitos poderes, hacer algo contra al amor; yo digo que sí, porque ahora no estoy escribiendo canciones, porque ahora soy crudo, porque ahora soy prosa, por eso digo que sí, que esa maligna deidad es tan peligrosa para que el amor se concrete, porque es ella la que impide que pueda darte algo tan demostrativo como un beso, o algo tan sencillo e importante a la vez como ver tu rostro iluminado por la luna. A cambio de eso el hombre ha desarrollado su tecnología, creó cartas, teléfonos y ahora la internet, que es el medio que más utilizamos para saber uno del otro y para suplantar, sin éxito alguno, el siempre ardiente contacto carnal que tanto nos debe estar haciendo falta.
Allá, a lo lejos, hay quienes fueron bendecidos por la diosa “Distancia” y tan sólo están a unos metros de ti; aquellos que tienen la dorada oportunidad de verte a diario, sea en tu centro de estudios, en la calle o en tu misma casa. Aquellos que con tan sólo una llamada pueden programar una cita contigo sin saber que están yendo directo al Olimpo y gratis. Pero, querida amiga, con todo y eso por ti compito. Compito contra aquel muchacho, mucho menor que yo, que ya tuvo alguna vez la oportunidad de tocarte y junto a ti también rozar el cielo. Aquel muchacho al que aún no olvidas por más que intentes hacérmelo creer. Aquel muchacho que, insistentemente, no cesa en sus intentos de recuperarte y volver a sentir esa sensación que de seguro sólo tú eres capaz de hacerle sentir. Aquel muchacho que te postea poemas sacados de conocidas páginas web, y que de hecho no posee muchas de las virtudes que dices te encantan de mí, pero tiene una muy importante: está más cerca que yo. Él puede olerte mientras yo sólo puedo imaginar tu fragancia. Él puede darte un beso en la mejilla mientras yo sueño con el momento de encontrarnos. Finalmente, él puede estar contigo porque de seguro lo extrañas, y porque de seguro todos merecemos una segunda oportunidad. Yo sólo espero la primera, querida amiga, y por eso por ti compito. Por ti compito porque sé que vale la pena hacerlo, porque sé que las millones de cosas que viví me enseñaron a distinguir la belleza de la desgracia, y aunque esto pinte para desgracia sueño con esa belleza y al sueño me aferro como tonto niño enamorado.
Por ti compito y con poemas propios y aunque el resultado salte a la vista del más despistado sólo me queda seguir pensando en que la diosa “Distancia” algún día será buena también conmigo y también contigo. Porque si de algo estoy seguro es que sólo me bastará una chance para hacerte sentir como yo me siento, porque, querida amiga, por algo y por ti compito aunque no hay cosa que me joda más que competir por una mujer, pero por ti compito.
Aunque el rótulo de “perdedor” se note con diafanidad en mi frente calva.